sábado, 17 de marzo de 2012

Teatro posterior a 1940(y 3): del teatro experimental al teatro actual






III EL TEATRO EXPERIMENTAL ( 1965-1970)

Hacia la mitad de la década de los 60 del siglo XX, es evidente el desgaste del realismo social y la búsqueda de nuevas formas de expresión dramática por parte de los autores españoles, -que se inspiraron en las grandes corrientes innovadoras del momento en el teatro europeo (el teatro del absurdo, Brecht, Artaud)-, que dio lugar a una nueva vanguardia teatral, denominada por los estudiosos “Nuevo Teatro Español”(5).

Su valor diferencial es el tratamiento formal: desechan el enfoque realista para sustituirlo por enfoques simbólicos o alegóricos. Recurren a la farsa, lo grotesco, las deformaciones esperpénticas y dan entrada a lo alucinante o lo onírico, valiéndose, entre otros recursos, del lenguaje, -tan directo como poético-, o de los recursos no verbales, - plásticos, sonoros, etc.-. Por diversas razones, no han conseguido llegar al público teatral ni desarrollar una trayectoria regular y continuada, pues la mayor parte de estos autores mantuvieron una postura de oposición al régimen franquista,
El tema central de este nuevo teatro es la crítica del sistema político y social del franquismo, siquiera en la misma medida que el rechazo mostrado hacia el teatro comercial, así que no es extraño dichos autores fueran sistemáticamente ignorados hasta los años 80, cuando ya la situación política y social se había modificado. Y aún puede considerarse dicha aceptación no fue tardía, puesto que el cambio político no llevaba el mismo ritmo que la modificación de los gustos culturales. Desde sus orígenes, este teatro puso en uso fórmulas dramáticas que no gustaban ni a las compañías teatrales ni al auditorio mayoritario.
Entre los nuevos autores, algunos son coetáneos de los dramaturgos realistas (José Rubial, Francisco Nieva, Romero Esteo, etc.) y otros más jóvenes (Diego Salvador, Martínez Mediero, Alberto Miralles,etc.).
Independientemente de su edad, todos ellos experimentaron enormes dificultades para ver representadas sus obras, que sólo vieron la luz pública a la sombra del llamado Teatro Independiente. No es pues extraño que algunos de sus autores más señeros hayan gozado tardíamente del éxito, como por ejemplo Martínez Mediero, Francisco Nieva o Alonso de Santos o lo hayan obtenido en el extranjero, como Fernando Arrabal.

Consideran el texto literario como un elemento más, para nada central, del hecho escénico. Adquieren importancia la expresión corporal, los efectos escénicos, la música, la ruptura de la barrera frente al público( la cuarta pared) etc. Las experiencias más interesantes surgen de los grupos de teatro independiente, colectivos cuya actividad inquieta y renovadora se desarrolla al margen de los circuitos culturales establecidos. A pesar de los obstáculos políticos y económicos iniciales, surgen grupos por toda la península. Características generales de estos grupos son:
—La creación colectiva de la obra, en la que la improvisación desempeña un papel importante.
—La infravaloración del texto en detrimento de los aspectos más espectaculares del teatro (expresión corporal, danza, música, luces, etc.), provenientes del cabaret, del teatro de variedades, la revista, etc.
—El mantenimiento de enfoques críticos que no se limitan a lo político y lo social.
—La ruptura de las convenciones escénicas de espacio y tiempo. Se abandona el teatro a la italiana, por ejemplo, trasladando el escenario al patio de butacas y buscando la participación del espectador.
Los grupos más destacados fueron: Els Joglars, Tábano, Teatro Lebrijano, Los Goliardos y el Teatro Experimental Independiente (TEI).

Los autores individuales de este período se enfrentaron con más obstáculos que los representantes del realismo social. En primer lugar, porque siguieron siendo fuertemente críticos; en segundo lugar, porque sus novedades estéticas no fueron comprendidas ni aceptadas por un público y una crítica muy conservadores. De ahí que podamos hablar de un teatro soterrado o subterráneo, como en la generación anterior.

Francisco Nieva (1929), escenógrafo y autor, ha etiquetado su creación como teatro furioso. El simbolismo, los elementos oníricos y la raíz dadaísta caracterizan obras como La carroza de plomo candente (1971).
  •  Fernando Arrabal (1932)
consigue fama internacional con una producción escrita en su exilio francés. Su teatro Pánico, provocador y rebelde, de gran libertad formal, recoge elementos de las vanguardias de entreguerras —Dadaísmo y Surrealismo—y del teatro del absurdo. Los hombres del triciclo (1958) se estrenó en España, pero fracasó y determinó su decisión de exiliarse. Pic Nic (Pique-nique en campagne, 1962), es una obra teatral muy breve que denuncia el absurdo de la guerra a través de personajes ignorantes e inocentes y el traslado al contexto bélico de las soluciones de la vida civil y cotidiana. Sería una obra cómica —que en ocasiones recuerda a Gila— si el final no dejara helado el optimismo. Solo a partir de 1977 se han podido montar en nuestro país títulos como Fando y Lis (1961), El cementerio de automóviles (1966) o El arquitecto y el emperador de Asiria (1967). Sus obras se centran obsesivamente en la incomunicación humana, la soledad y el exilio, la absurdidad de la guerra o el derrumbe de las estructuras cohesionadoras de la sociedad...

Otros autores de este período son José Ruibal (1925) o Manuel Martínez Mediero (1939).

En torno al año 1965 los autores españoles se cansan de un teatro técnicamente sencillo y comienzan a aplicar en sus obras las tendencias vanguardistas europeas y americanas que se venían desarrollando desde principios de siglo (teatro pobre, teatro de la crueldad, Living Theatre, etc...

Técnicamente, por tanto, las obras de estos momentos se caracterizan por un abandono del realismo mediante diferentes procedimientos:
a. Parábolas al estilo de Bertold Brecht.
b. Los personajes se convierten en símbolos de ideas, temas o comportamientos.
c. Empleo de recursos esperpénticos de deformación de la realidad.
d. Gana relevancia en las obras los recursos extraverbales: gestos, vestuario, iluminación, sonidos, etc...
En lo referente a los temas de las obras debemos decir que seguirán siendo, básicamente, los mismos del período anterior: la injusticia, la falta de libertades, la crítica de la dictadura, la denuncia de la pobreza, etc...
En último lugar debemos señalar que en esta labor de renovación de nuestro teatro fueron importantes algunos autores (Fernando Arrabal, por ejemplo), pero sobre todo lo fueron los grupos de teatro independientes y algunos de sus directores, como Albert Boadella (Els Joglars) o Salvador Távora (La Cuadra).

Últimas décadas 
Sería imposible hablar de todos los dramaturgos españoles de las dos últimas épocas. El problema fundamental es la falta de conocimiento (publicaciones, estrenos) sobre algunas de estas obras. Si el teatro hay que entenderlo en su doble faceta de texto y espectáculo, es evidente que algo está fallando. Citaremos sólo aquellos autores que han obtenido renombre: El teatro español de los ochenta

-Subsisten los grupos independientes ( Els Joglars ) y surge alguno más, como La Fura dels Baus, La Cubana



-Recuperación de la importancia del texto en la nueva generación de autores. : Sergi Belbel, Luisa Cunillé, Rodrigo García, Alfonso Armada, Ernesto Caballero, Antonio Álamo, Antonio Onetti y Sara Molina, entre otros muchos. Estos autores desarrollan una temática claramente alejada de cuanto se escribiera en
décadas anteriores, amoldada claramente a los nuevos cambios políticos y estatales. No es pues extraño que, con relativa frecuencia, se aborden
sobre las tablas algunos temas antaño considerados inconfesables, ya sean sexuales o de otro género. Junto a esas obras, pervive una tendencia crítica respecto a la burguesía, frecuentemente teñida de ironía y humor, y los temas más vodevilescos.

-Revitalización del teatro clásico. Se crea la Compañía Nacional de Teatro Clásico, bajo la dirección de Adolfo Marsillach, en 1983.
-Se representan por primera vez obras como El público de Lorca o Voces de Gesta, de Valle-Inclán.

En definitiva, se puede decir que, por muchas razones, el teatro en España se ha transformado profundamente durante los últimos treinta años. Durante esa etapa, los criterios de interpretación, el papel de la dirección de escena, los sistemas de producción, distribución y gestión, los gustos y expectativas del público, el papel de la crítica y los medios de comunicación, y, por supuesto, la propia escritura dramática han evolucionado rápidamente al entrar en competencia con otras diversiones

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